
Toma ventaja de las dificultades

Salmo 18:1-3
¡Cuánto te amo, SEÑOR, fuerza mía!
El SEÑOR es mi roca, mi amparo, mi libertador;
es mi Dios, el peñasco en que me refugio.
Es mi escudo, el poder que me salva,
¡mi más alto escondite!
Invoco al SEÑOR, que es digno de alabanza,
y quedo a salvo de mis enemigos.
Para el buscador de Dios, las dificultades son oportunidades divinas que nos permiten ver a Dios revelado en nuestra vida de una manera nueva y asombrosa. Un asombro que produce en nosotros una cada vez más elevada visión de nuestro glorioso Dios.
Para el resto del mundo, las dificultades no son más que obstáculos que se oponen a sus propios planes de continuar con la rutina de una vida sin sentido.
La atención que prestamos, los que amamos al SEÑOR, ante cualquier dificultad, y la manera en que respondemos, nos va a permitir sacar ventaja de las muchas dificultades que vamos a seguir experimentando durante nuestro transitar por este mundo.
¿Cómo podemos decir, junto con el salmista, que el SEÑOR es nuestra Fuerza, nuestra Roca, nuestro Amparo, nuestro Libertador, nuestro Dios; que Él es el Peñasco en que encontramos verdadero refugio; nuestro Escudo, el Poder que nos salva; nuestro más alto Escondite; el que nos libra de nuestros enemigos cuando invocamos Su nombre?
La única manera de experimentar a Dios, y de avanzar en nuestro conocimiento de Él, es invocando Su nombre y confiando plenamente en Él. Confiando en la verdad de que Él tiene cuidado de nosotros, hasta del más mínimo detalle, y que de cierto hemos de ver Su respuesta; sea como sea la manera en que Él decida responder. ¡Sorpréndenos, SEÑOR!